Si has entrenado conmigo alguna vez, sabes que uno de mis puntos fuertes es mi “motor”. Soy de esos al que les gusta entrenar WODS muy largos, donde debes sacrificarte, debes controlarte, mostrar el “tanque de combustible” que tienes.

Pero no siempre he tenido un buen motor. De hecho, cuando me uní al equipo de fútbol de mi pueblo siendo un crió, no pude completar una vuelta en el campo sin tener que detenerme. Esto fue un golpe serio para mi ego porque había sido judoca desde que tenía 5 años y había jugado varios años al hockey indoor. Pensé que estaba «en forma». Nunca olvidaré esa sensación de decepción cuando no pude terminar las vueltas con mis compañeros de equipo. Me pusieron en el equipo como delantero. “Arriba, de lado a lado” es lo que me decían; “Tu no lo busques, que te manden el balón”, con la esperanza de que no me cansara demasiado, llegado el momento de estar cerca de la portería y tener aun fuerzas para lanzar . Era demasiado lento para ser un jugador de banda y no tenia fondo para correr por el campo. Así que, al banquillo. Y cuando salia, pues eso “de lado a lado”.

Para ser honesto, mi entrenador estaba fuera de su elemento y realmente solo sabían cómo trabajar con jugadores ya hechos. No recibí el apoyo que necesitaba para mejorar, y no podía aceptar que no iba a jugar por no tener “motor”, así que empecé a correr por mi cuenta. Había un iglesia cerca de mi casa y decidí una cantidad de vueltas que le iba a dar sin detenerme. Comencé con 2, luego cambié a 3, y 4, y así sucesivamente. No sabía mucho sobre el ritmo ni nada por el estilo, solo sabía que la única forma en que podría mejorar sería empujar los límites de mi cuerpo para que funcionara todo el tiempo que pudiera.

A mitad de temporada cambiamos de entrenador. Nos obligaba a hacer sprints de montaña, zancadas alrededor del campo y MUCHAS, muchas vueltas alrededor de un lago que había cerca del campo de fútbol. Realmente me ayudó a transformarme en un mejor corredor y jugador con su experiencia, un estilo sensato de entrenamiento y su creencia convincente en mí. Un día de camino al entrenamiento, abrió su carpeta de entrenamiento y me entregó una tira de papel hecho “trizas” que había pegado con cinta adhesiva. El papel tenía un poema, «El hombre que piensa que puede». De W. Stieltze

Si crees que eres vencido, lo seras;

Si crees que no te atreves, no lo harás.

Si quieres ganar, pero piensas que no puedes

Es casi seguro que no.

Si crees que vas a perder, has perdido,

Todo está en el estado de ánimo.

Si crees que estás superado, estás:

Tienes que pensar alto para subir.

Tienes que estar seguro de ti mismo antes

Siempre puedes ganar un premio.

Las batallas de la vida no siempre las gana

El hombre más fuerte o más rápido,

Pronto o tarde el hombre que gana.

Es el que cree que puede.

(Me he criado en Alemania, y lo he traducido del alemán de la mejor manera que he podido)

Lo leí una y otra vez hasta que, finalmente, lo convertí en mi “mantra”. Después de la entrenar, lo leí y me quede a correr incluso después de que mis compañeros se hubieran ido. Me lo he repetido en casi todas mis competiciones. Lo escuché en mi cabeza la noche que corrí por primera vez mi primera milla, y está ahí cada vez que hago MURPH.

Lo que quiero decir es que nuestra mentalidad acerca de lo que somos capaces y lo que es «suficientemente bueno» debe ser cuestionado para que podamos encontrar la grandeza. Al encontrar algo que quieres mejorar y luego decidir trabajar en ello significa mas que simplemente hacer el movimiento o salir a correr, debes presionar y trabajar más fuerte en ese entrenamiento porque te dijiste que necesitabas MEJORAR. Simplemente hacerlo para decir que los hiciste no te hará mejor. Desafía tu habilidad para aguantar, levantar, correr más. Desafía la calidad de tu movimiento.

Desafía tu creencia sobre lo que crees que puedes hacer. Ahí es donde ocurre la magia.

Daniel Lorenzo
HeadCoach B2B Box